La tortícolis congénita es una afección común en los recién nacidos que se caracteriza por la inclinación de la cabeza hacia un lado, debido a una contracción muscular, y el giro de la barbilla hacia el otro.
No es peligrosa, pero debe tratarse adecuadamente para evitar que acabe afectando al desarrollo motor del bebé.

¿Cuáles son las posibles causas de la tortícolis congénita?
- Posibles causas derivadas de la gestación: posición anómala en el útero, más frecuente en embarazos múltiples, bebés grandes, de nalgas o en posición transversal, en los que la posición del cuello se ve forzada durante más tiempo.
- Derivadas del parto: En los partos largos, complicados o instrumentales el bebé está más expuesto a sufrir lesiones que puedan dar lugar a la tortícolis congénita.
- Posturales en los primeros días de vida.
Cómo prevenirla
Las tortícolis que derivan de una tendencia a una posición determinada en los primeros días de vida del bebé, son las que pueden tratar de prevenirse teniendo en cuenta algunos hábitos:
- Cambios de postura: para dormir, para jugar, para amamantar, etc.
- Realizar ejercicios de estiramiento suave con el bebé, moviendo suavemente la cabeza hacia ambos lados.
- Cambiar la posición de la cabeza del bebé mientras duerme para evitar que siempre mire hacia el mismo lado.
- Si porteamos, utilizar el porteo adecuado para evitar la presión constante en la misma zona del cuello.
- No abusar de hamacas o sillas para bebés, que pueden contribuir a la falta de movimiento y posturas inadecuadas.
- Evitar las almohadas antes de los 12 meses, salvo que un profesional haya aconsejado su uso.
- Acudir a revisiones regulares con el pediatra y/o fisioterapeuta para detectar a tiempo cualquier problema y recibir el tratamiento adecuado.
¿Cómo se diagnostica?
La tortícolis congénita en bebés se diagnostica a través de una evaluación física realizada por un médico o fisioterapeuta pediátrico. El profesional examinará la cabeza y el cuello del bebé y valorará la movilidad y la fuerza muscular en el cuello. En algunos casos, se solicitan pruebas adicionales, como radiografías o ecografías, para evaluar la gravedad de la afección.
Una vez que se diagnostica, y si los profesionales no indican lo contrario, comenzaremos el tratamiento lo antes posible para prevenir complicaciones y mejorar el desarrollo motor del bebé.
Tratamiento de la tortícolis congénita con fisioterapia
Decíamos que no es una afección peligrosa, pero que debe tratarse lo antes posible, ya que puede dificultar la alimentación o acabar derivando en una plagiocefalia, que se caracteriza por una deformidad del cráneo al estar sometido a una presión constante.
La fisioterapia es una opción segura y efectiva de tratamiento para la tortícolis congénita en bebés. El objetivo es corregir la posición de la cabeza y mejorar la movilidad del cuello. Se utilizan técnicas de masaje, estiramiento y fortalecimiento muscular. Sólo en algunos casos puede ser necesario utilizar algún dispositivo ortopédico.

Es fundamental la implicación de los padres en la recuperación. Las sesiones tienen una duración de 50 minutos en las que nuestra fisioterapeuta pediátrica especializada pautará con las familias un plan de tratamiento personalizado y adaptado a cada caso, para que puedan continuar con el tratamiento en casa.
Estos ejercicios pueden incluir movimientos suaves del cuello, rotaciones de la cabeza y ligeros estiramientos de los músculos del cuello. En cada sesión se evaluará el progreso del bebé y se adaptarán los ejercicios si fuese necesario. El tratamiento no es doloroso y siempre trataremos de interactuar y jugar con vuestros peques.
Y recuerda, que cuanto antes se diagnostique y se inicie el tratamiento, más rápida será la recuperación. Dependerá de cada caso concreto, pero en recién nacidos y con el trabajo en casa, unas 2 ó 3 sesiones suelen ser suficientes.